Los cierres de fronteras decretados para frenar la expansión de la covid-19 en África han dejado atrapadas lejos de sus hogares a mujeres nigerianas que fueron engañadas y obligadas a prostituirse en otros países
Las tres jóvenes acordaron escaparse al caer la noche. No tenían dinero ni papeles, pero Jessica, de 19 años, y sus amigas sabían que ya era hora de marcharse. El burdel no estaba tan lleno como de costumbre: la clientela había disminuido desde el estallido del coronavirus. Aguardaron juntas a que cayera la noche y la madama se retirara a su cuarto. Acto seguido, echaron a correr hacia la carretera que atraviesa Papara, una pequeña ciudad en el extremo norte de Costa de Marfil, cerca de la frontera con Malí.
A Jessica y a su amiga Favor* las obligaron a prostituirse un mes antes de su huida. El pasado febrero, una amiga de las familias de ambas jóvenes en Nigeria les había prometido un puesto de trabajo en una fábrica textil en Costa de Marfil. Udochi, de 20 años, había sido captada de manera similar a principios de año. Al llegar a Papara, las tres mujeres se vieron en un prostíbulo, donde la madama las obligó a tener relaciones sexuales con diversos hombres por un salario diario de alrededor de 1,15 euros.
Las jóvenes huyeron del lupanar en marzo, pero casi cuatro meses después siguen en Costa de Marfil; son tres de los centenares de nigerianas víctimas de la trata que, según creen los grupos antitrata de personas, se han visto atrapadas en el extranjero durante la pandemia, debido a que el cierre de fronteras dificulta los esfuerzos de repatriación en toda la región. Cuando el Gobierno nigeriano impuso en marzo el confinamiento con el estado de alarma, se interrumpieron los vuelos internacionales en un intento de frenar los contagios y, sin querer, se dejó a supervivientes de la trata atrapadas en lugares peligrosos lejos de sus hogares. Ahora esas mujeres esperan preocupadas a que se las evacúe de toda África y del Golfo, mientras las autoridades batallan con los imponentes obstáculos logísticos asociados a la organización de vuelos seguros mientras el virus continúa haciendo estragos en el mundo entero.
Jessica, Favor y Udochi se hallan a salvo en un refugio de Daloa, una ciudad al oeste de Costa de Marfil, pero no saben cuándo podrán regresar a su país. “Estoy contenta de haberme escapado de allí”, decía Jessica al teléfono un viernes por la noche del pasado junio. “Pero queremos volver a Nigeria”.
Los expertos de todo el mundo coinciden en que la pandemia está teniendo un impacto desproporcionado en las supervivientes de la trata. Un estudio conjunto sobre la situación de las mujeres que publicarán próximamente la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la ONU, revela que casi el 70% de las supervivientes de la trata en 35 países afirman que la covid-19 ha afectado a su bienestar económico, mientras que más de dos tercios dicen padecer trastornos de salud mental debido a que los confinamientos impuestos por los Gobiernos les traen recuerdos de la última vez que las privaron de sus libertades.
A más de la mitad de las participantes en el estudio les preocupa que la crisis del coronavirus aumente el tráfico de seres humanos en el futuro, mientras que el 43% cree que las mujeres y las niñas serán las que más riesgo correrán en los próximos meses.
El tráfico de personas desde Nigeria hacia otros países africanos no es un fenómeno nuevo, pero la naturaleza de este delito imposibilita hacer un seguimiento minucioso. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sostiene que cada año se saca fuera del país a cientos, cuando no miles, de nigerianos —a mayoría mujeres— a menudo atravesando el continente. De los 20.500 nigerianos supervivientes de la explotación que la OIM ha ayudado desde 2017, alrededor del 90% tuvo que ser trasladado a su país desde Libia. Solo en 2019, el Organismo Nacional para la Prohibición de la Trata de Personas (NAPTIP, por sus siglas en inglés) identificó a 20.000 mujeres nigerianas víctimas de la trata de blancas en Malí. La embajada nigeriana en Costa de Marfil repatria a 20 al mes, según declaraba el Encargado de Negocios Mohammed Abdulkadir Maccido al diario Punch de Nigeria el año pasado.
Según la Organización Internacional de las Migraciones, la mayoría de los supervivientes de la trata en Nigeria son mujeres de unos 21 años
Según la OIM, la mayoría de los supervivientes de la trata en Nigeria son mujeres de unos 21 años. A menudo las atraen con promesas de trabajo en otros países africanos, europeos o asiáticos, que suelen verse como una vía para huir del creciente desempleo en Nigeria. Una vez que las mujeres llegan a su destino, los tratantes se las entregan a las madamas, cabecillas de una red de trata de la que ellas también suelen ser víctimas. Las madamas obligan a las mujeres a prostituirse y a trabajar en casas para devolver las deudas que han contraído y de este modo costearse la comida, el transporte y el alojamiento desde que se marcharon de sus hogares (por lo general, miles de dólares cuya devolución puede obligarlas a varios años de trabajos forzados).
Durante la pandemia, el número de mujeres víctimas de la trata en Nigeria ha seguido creciendo, a pesar de que los Gobiernos locales han restringido legalmente los movimientos. Cuando la preocupación por el coronavirus comenzó a extenderse en marzo, las autoridades de Nigeria y Costa de Marfil emprendieron acciones enseguida, pues temían que un brote devastara sus sistemas sanitarios. A finales de ese mes, ambos países habían cerrado sus fronteras terrestres y aéreas. Pero los organismos policiales y las organizaciones internacionales contra la trata afirman que, pese a las restricciones, las redes de tráfico de personas continúan activas en esa zona de África, ya que los traficantes se sirven de los sobornos para atravesar las fronteras y así moverse libremente.
El Gobierno nigeriano comenzó a levantar las restricciones de los viajes nacionales a principios de este mes, pero aún no se ha confirmado cuándo volverán a abrirse las fronteras externas. Nigeria, uno de los países del continente más azotado por la covid-19, había informado de más de 38.948 positivos y más de 833 muertes hasta el 24 de julio.
Por otra parte, los confinamientos están limitando las medidas de repatriación y dejando atrapadas a las supervivientes de la trata. Según el estudio sobre la situación de las mujeres llevado a cabo conjuntamente por la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la OSCE y la ONU, al menos un tercio de las organizaciones que luchan contra este delito en el mundo han tratado de repatriar a las supervivientes durante la crisis. En 2018 y 2019, la OIM trabajó con el Ejecutivo nigeriano para retornar a más de 7.000 supervivientes de la explotación cada uno de esos años, hombres y mujeres que se habían visto sometidos a trabajos forzados y la prostitución. Desde principios de este año, solamente han logrado repatriar a 620 personas. “Es un descenso muy acusado”, se lamenta Franz Celestin, jefe de misión de lo OIM en Nigeria. “Cuanto más esperemos, más se los explotará y más durarán el dolor y sufrimiento”.
Motilola Adekunle, cofundador de Project Ferry, una ONG nigeriana que trabaja con supervivientes de la trata y que ayuda a Jessica y Favor, coincide en que el coronavirus está obstaculizando los esfuerzos para apoyar a las mujeres explotadas. “Esta pandemia ha interrumpido nuestro trabajo porque la gente no puede desplazarse, y eso es un problema”, explica Adekunle. El trabajo que antes se tardaba días en hacer, añade, ahora se prolonga meses, ya que los sistemas que ponen en marcha las organizaciones sin ánimo de lucro y los Gobiernos para repatriar y apoyar a las supervivientes están patas arriba.
“El Gobierno nigeriano ha organizado tantos vuelos que ahora ya no hay espacio”, declara Celestin, de la OIM. “Es muy difícil”. La OIM, dice, busca actualmente financiación para acoger a 180 supervivientes de explotación que esperan a ser repatriadas en Níger. Hasta que el organismo pueda solucionar dónde alojarlas, tendrán que permanecer en Niamey y Agadez, lejos de sus familias y sin saber cuándo podrán regresar a su hogar. Celestin espera poder tenerlas de vuelta en Nigeria a finales de julio.
Desde marzo se han permitido los vuelos de repatriación en los aeropuertos nigerianos de Abuja y Lagos, pero los pasajeros deben someterse a su llegada a una cuarentena de 14 días y han surgido problemas respecto al lugar en que deberían quedarse en los días siguientes a su regreso.
Incluso en circunstancias normales, el proceso de recuperación después de la repatriación puede ser complicado. El personal de las organizaciones sin ánimo de lucro aguarda en los aeropuertos para llevar a las supervivientes de la trata a espacios seguros identificados de antemano, como un hogar para mujeres o un hotel. A continuación, se les ofrece asesoramiento y apoyo psicosocial en sesiones diarias o semanales, mientras que las organizaciones no lucrativas a menudo actúan conjuntamente para garantizar que las mujeres puedan encontrar un empleo cerca y que no vuelvan a ser víctimas.