La Tercera Conferencia Internacional sobre Migración y Refugio (ICoMiR), organizada por el Centro Scalabriniano de Estudios Migratorios (CSEM), tuvo lugar en Brasilia, del 19 al 22 de mayo de 2025, dando continuidad a las primeras ediciones realizadas en Johannesburgo, Sudáfrica, en 2018, y en Tijuana, México, en 2023. Más de 200 personas participaron presencialmente, mientras que cerca de 800 se conectararon “online”, estando representados por más de 30 países. Miembros de universidades e instituciones de investigación, de la sociedad civil organizada, de organismos internacionales y, principalmente, personas refugiadas y migrantes compartieron análisis, reflexiones y experiencias sobre el tema: “Comprender, humanizar y valorar a las personas en movilidad”.
La actual coyuntura internacional presenta enormes desafíos, caracterizándose por retrocesos en la protección de los derechos de individuos y comunidades, la multiplicación de conflictos bélicos, situaciones con “características de genocidio”, la depredación del medio ambiente y, en general, por el aumento de la “xeno/aporofobia”. En este contexto tan desafiante, muchas personas recurren a la movilidad fuera de sus países como estrategia para enfrentar adversidades y alcanzar una vida más digna a través del trabajo. Muchas de estas personas están siendo violentadas, criminalizadas y deportadas, como ocurre actualmente debido a las políticas migratorias de Trump.
Contrariamente a la opinión pública dominante, nosotros, participantes de la III ICoMiR, hacemos un llamado para que las personas en movilidad no sean vistas como una carga o una amenaza. Tampoco deben ser tratadas, de forma asistencialista, como meras víctimas, ni instrumentalizadas con fines electorales. En cambio, las personas migrantes y refugiadas son sujetos de derechos, independientemente de su estatus migratorio, y representan una fuente potencial de enriquecimiento social, cultural, económico, político y religioso, tanto para las sociedades de origen como para las de tránsito, destino y retorno, siempre que se les ofrezcan condiciones y oportunidades adecuadas.
Con el objetivo de cambiar las narrativas sobre las personas en movilidad, nosotros participantes de la 3ª ICoMiR, buscamos comprender, humanizar y valorar las migraciones contemporáneas. Consideramos necesario comprender, de forma interdisciplinaria y multifacética, las características y desafíos de la movilidad humana contemporánea, más allá de las categorías burocrático-administrativas hegemónicas, frecuentemente marcadas por sesgos neocoloniales y criminalizantes. El enfoque de la reflexión no se limitó solo a los factores estructurales, sino que se centró principalmente en los sujetos migrantes, dialogando con ellos, escuchando sus clamores y resaltando las dinámicas transformadoras que fortalecen su agencia, a nivel individual y colectivo. Hacemos un llamado, por tanto, a que los responsables de las políticas adopten enfoques que respeten la dignidad y los derechos humanos en la comprensión de los procesos migratorios y valoren los aportes y el protagonismo de sus sujetos.
En este sentido, queremos destacar el concepto de “protagonismo”, es decir, interpretar a las personas en movilidad no como números, sino como sujetos históricos, constructores de sus propias vidas y luchas, más allá de las barreras que enfrentan. Esta es una expresión concreta de nuestro compromiso con la dignidad humana, una dignidad que pertenece a cada individuo, sin ninguna otra razón más que el hecho de ser humano. Cabe recordar que nuestra humanidad compartida debe permitirnos reconocernos a nosotros mismos como migrantes. De alguna forma, todos somos migrantes. Desde esta perspectiva, afirmamos que humanizar los procesos de movilidad humana debe ser una prioridad absoluta de las sociedades contemporáneas, rechazando firmemente cualquier tipo de discriminación relacionada con la nacionalidad, el estatus migratorio, la etnia, la religión o la identidad de género.
Enfatizamos la importancia de valorar a las personas en movilidad. La inclusión de migrantes y refugiados, como sujetos de derechos, en sus países de tránsito, destino y retorno contribuye a la construcción de sociedades más abiertas a la complementariedad intercultural, construyendo puentes bidireccionales, donde hay un aprendizaje recíproco. La migración debe ser considerada una fuente de riqueza. Las personas migrantes y sus familias contribuyen con sus experiencias, luchas y aportes económicos a la formación de sociedades más desarrolladas, solidarias e inclusivas. En este sentido, es necesario ver a los migrantes en su totalidad, para que los gobiernos garanticen espacios de diálogo dentro de las comunidades, procesos de autonomía, acceso a la justicia y reconocimiento de sus expresiones culturales y religiosas.
El concepto de “hospitalidad radical” incorpora nuestras historias de vida, nuestras resistencias y nuestras identidades parciales y plurales. El ejercicio de interactuar con migrantes implica estrategias de cuidado (especialmente con las niñas y niños migrantes), demostraciones de afecto y disposición a dejarse afectar por sus luchas. Se trata de compartir la protección, de reconocer las potencialidades de los otros en su camino y de construir espacios de alegría y fraternidad (sororidad) dentro de la comunidad.
Estamos viviendo una época de deshumanización, con discursos denigrantes, xenofóbicos, racistas y totalitarios que degradan e invisibilizan a las personas en situación de migración en el mundo. Nosotros, participantes de la III ICoMiR, afirmamos con convicción que la realidad migratoria representa beneficio, vida y crecimiento — tanto para quienes migran como para quienes acogen. Rechazamos, por tanto, las narrativas difundidas por algunos gobiernos y sectores de los medios internacionales que buscan criminalizar y deshumanizar a la población en movilidad.
Las personas migrantes no son violentas, no vienen a quitar empleos, no son asesinas, y no representan una carga. Por el contrario, contribuyen de forma muy positiva a la vida de los países que las reciben. La migración es una oportunidad de esperanza y de lucha justa — tanto para quienes migran como para quienes acogen.
Por lo tanto, pedimos: implementación de políticas de regularización migratoria, facilitación del reconocimiento de títulos académicos, posibilidad de acceso a trabajo digno,
fortalecimiento de asociaciones de migrantes, multiplicación de mediadores interculturales, garantía de acceso a la salud mental y reproductiva, eliminación de toda práctica discriminatoria, especialmente en los medios de comunicación, combate al crimen organizado y erradicación del tráfico y trata de personas, entre otras medidas.
Es fundamental comprender mejor, humanizar nuestras miradas y valorar más a las personas en movilidad.