Diversos textos del Nuevo Testamento (NT) e incluso del Antiguo Testamento (AT) podrían servir de guía a la Pastoral de Migrantes en sus diferentes actividades, tanto desde un punto de vista pedagógico como desde una perspectiva espiritual, pastoral y teológica. La promesa a Abraham de una tierra y un pueblo numeroso, y su partida; la narración del Éxodo, junto con la travesía del desierto; el llamado Juicio Final, en el capítulo 25 de Mateo; pero también la parábola del Buen Samaritano, en el capítulo 10 de Lucas; o incluso la Primera Carta de Pedro, escrita "a los que viven dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia" (1Pr 1,1) - son algunos casos ejemplares en el sentido de dar apoyo bíblico a la acción sociopastoral en el ámbito de la movilidad humana. En los párrafos siguientes, sin embargo, seguiremos de cerca el episodio de los Discípulos de Emaús como paradigma para quienes trabajan pastoralmente con emigrantes y refugiados (Lc 24,13-35). La elección se debe, entre otras cosas, a que este pasaje, que retrata a Cristo resucitado, ilumina retroactivamente la práctica de Jesús de Nazaret.