En su segundo aniversario, los Pactos Mundiales sobre Refugiados y Migración parecen ir por caminos separados y cada vez más divergentes

WASHINGTON - Dos años después de la adopción del Pacto Mundial sobre los Refugiados (GCR) y del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (GCM) en la Asamblea General de la ONU, el panorama mundial en el que se están aplicando estos instrumentos ha cambiado drásticamente. La pandemia del COVID-19 ha provocado graves trastornos en la movilidad mundial; ha aumentado la dependencia de los gobiernos de respuestas a corto plazo, a menudo unilaterales, para gestionar la migración y las admisiones humanitarias; y ha impuesto nuevas y dramáticas cargas a los servicios públicos, al tiempo que ha socavado sus bases financieras. Al mismo tiempo, los efectos del cambio climático sobre la migración son cada vez más graves.

Estos retos nuevos e intensificados refuerzan aún más la importancia y los beneficios a largo plazo de la cooperación internacional en materia de migración y protección de los refugiados en el marco de los pactos. Aunque la aplicación de los pactos se ha visto frenada y sus visiones complementarias han divergido, los acuerdos aún pueden hacer realidad su potencial de proporcionar marcos significativos sobre movilidad humana y protección humanitaria si se adoptan medidas prácticas y estratégicas.

Un nuevo informe del Instituto de Política Migratoria (MPI), Las trayectorias divergentes de los pactos mundiales sobre migración y refugiados: aplicación y crisis, se basa en entrevistas a expertos de Europa, África y América, así como en un examen exhaustivo de los planes de aplicación y las actualizaciones de los progresos, para analizar en qué medida ambos pactos han cumplido y no han cumplido las expectativas.

El informe señala las reticencias de algunos círculos a acercar demasiado las cuestiones de los refugiados y la migración por temor a que esto diluya el espacio de protección tradicional reservado a los refugiados o amplíe drásticamente las obligaciones impuestas a los países para proteger a otras personas en movimiento. Sin embargo, sostiene que la creciente importancia de los flujos migratorios mixtos y las cuestiones transversales, como los desplazamientos provocados por el cambio climático, ofrecen importantes oportunidades de acción complementaria.

“Dado que muchas de las cuestiones cubiertas por los pactos están profundamente interrelacionadas -si no desde una perspectiva jurídica e institucional, desde luego sí desde una operativa-, los responsables políticos tendrán que prestar atención tarde o temprano a las intersecciones entre los pactos si quieren aprovechar su potencial”, escriben Lena Kainz, Natalia Banulescu-Bogdan y Kathleen Newland.

“Quienes piensan que las perspectivas del pacto sobre los refugiados son más halagüeñas si no está demasiado alineado con el pacto sobre migración pueden tener razón a corto plazo, pero a largo plazo, los refugiados estarán mejor servidos por una estructura que magnifique los beneficios de la movilidad global haciendo realidad el objetivo de una migración segura, ordenada y regular”, concluyen.

Instituto de Política Migratoria

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