Este volumen está dedicado a la migración como lugar
teológico (locus theologicus) es un ejercicio de parresía como la
capacidad de hablar con valentía en el sentido foucaultiano, y
alzar la voz contra un monolingüismo desdeñoso
de la migración como han sido los discursos del presidente
Donald Trump. Hacer de la migración uno de los temas principales
lugares de la revelación de Dios en la historia contemporánea nos
lleva a reconocer el mundo y sus crisis, como lo llamó en
su momento Sallie Mc Fague: el mundo cuerpo de Dios, un cuerpo
nómada, un cuerpo migrante y un cuerpo herido que necesita ser
sanado y reconstruido.
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