130 años de la fundación de la Congregación de las Hermanas Scalabrinianas: misión y humanidad en marcha

25 de octubre de 1895 - 2025. Hace 130 años, en Piacenza, Italia, nació la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo - Scalabrinianas (MSCS), impulsadas por el impulso de San Juan Bautista Scalabrini de “seguir a los emigrantes con el corazón y los pies”.

Hoy, en todos los continentes, las hermanas siguen escuchando y actuando. Sus voces nos ayudan a comprender el sentido profundo de este viaje.

Una vida consagrada al éxodo

Sor Edi Maria Eidt, brasileña y directora de Cáritas Diocesana do Uíge (Angola), celebra 60 años de vida consagrada. Su viaje revela la esencia del carisma scalabriniano: la fe que se mueve con los emigrantes.

Recuerda que su vocación comenzó de niña, cuando oyó a una monja hablar de una misión en África. “Fue como un relámpago: esto es para mí, para ayudar a los demás”.”

Más tarde, durante sus estudios de máster en Sociología en París, experimentó de primera mano lo que significa ser extranjera: las dificultades del idioma, la soledad, los desplazamientos diarios en una metrópoli. “Parecen cosas pequeñas”, reflexiona, “pero te afectan”. La experiencia la llevó a darse cuenta de “la importancia de las comunidades extranjeras” y de la sensación de “estar en casa” entre los suyos. Para ella, incluso la oración cambia de significado según la lengua: rezar el Padre Nuestro en su lengua materna “tiene un significado único”.

Itinerancia y arraigo

La hermana Edi vive desde hace ocho años en la provincia de Uíge, en el norte de Angola, una región marcada por una frontera de más de 1.100 kilómetros con la República Democrática del Congo (RDC). “Durante la guerra, muchos angoleños se refugiaron en la RDC y, cuando pudieron, regresaron”, explica. Aún hoy, muchos viven sin papeles, por lo que Cáritas y la Pastoral do Migrante trabajan en la regularización civil.

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Sor Edi con niños que participan en proyectos de Cáritas

La realidad de Uíge es también de pobreza y desempleo. “Después de la guerra, los adultos jóvenes se marcharon a otras provincias en busca de trabajo, y esta migración interna trajo consigo una consecuencia que el carisma scalabriniano nos reta a asumir: el abandono de los padres que ya son ancianos.” Para hacer frente a esta situación, Cáritas desarrolla proyectos agrícolas comunitarios que pretenden mantener a las familias en el campo y crear unas condiciones de vida dignas. Estas iniciativas tratan de abordar las causas de la migración forzosa, promoviendo alternativas sostenibles que reduzcan la necesidad del éxodo motivado por la pobreza y la falta de oportunidades.

Otro ámbito de trabajo es acceso a la documentación personal. “Hay innumerables niños, adolescentes e incluso adultos sin certificado de nacimiento. ¿Cómo puede alguien sin documentación demostrar su nacionalidad?”, se pregunta. En 2024, más de 660 niños y adolescentes fueron registrados, “ganando la oportunidad de asistir a la escuela regular”.

Una mirada amplia al ser humano

Con seis décadas de consagración, sor Edi dice haber aprendido que “ser fiel al carisma y vivir los valores scalabrinianos exige desarrollar una mirada amplia, con capacidad para percibir la interrelación de hechos y acontecimientos”. Para ella, la caridad no es una mera ayuda, sino un reflejo de la presencia misma de Dios: “Cualquier acción de amor al prójimo es, de alguna manera, un reflejo de la caridad divina”.”

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“Son retornados del proyecto que usted hizo”, recuerda la Hna. Edi Maria Eidt a la Hna. Marlene Wildner, directora de CSEM. La foto muestra al grupo del primer proyecto coordinado por la Hna. Edi como directora de Cáritas Diocesana do Uíge. Hoy, estas familias vuelven a ponerse en marcha con el apoyo de un nuevo proyecto de Cáritas en Guadalajara, hacia la formación de una cooperativa.

Su testimonio termina con una invitación: “No os acostumbréis ni os resignéis nunca a las dificultades, sino buscad alternativas y echad las redes a la derecha de la barca”, como en el Evangelio de Juan (21,6). Y concluye: “Invito a los jóvenes y a las personas de buena voluntad a dar cabida en sí mismos a un corazón grande, capaz de abrazar el mundo en cada emigrante, en cada exiliado, en cada pobre, en cada ser humano”.”

Una asociación de fe y confianza

La historia de las Hermanas Scalabrinianas también está entrelazada con la de quienes han caminado a su lado. Diácono Klaus-Jürgen Kauß, El antiguo director ejecutivo del Centro Internacional para el Diaconado, acompaña a la congregación desde 1989. Recuerda que de la misión italiana de Fellbach-Waiblingen, en la diócesis de Rottenburg-Stuttgart, surgió “una colaboración estrecha y de confianza” que ha durado décadas.

La diócesis apoyó proyectos en Angola, Sudáfrica, Brasil, Paraguay y Alemania, y estuvo presente en el Conferencias ICoMiR promovidas por el CSEM en Sudáfrica, México y Brasil. “Las Hermanas Scalabrinianas están siempre presentes y actúan concretamente en áreas críticas”, afirma. “Esto refuerza especialmente la credibilidad de su trabajo”.”

También destaca el papel del CSEM, el Centro Scalabriniano de Estudios sobre Migraciones, “un centro científico internacional que analiza las causas de la migración y crea impulsos para el diálogo a nivel mundial”. Para Kauß, el trabajo de las hermanas “ayuda de manera sostenible a abordar la cuestión de los refugiados y los migrantes”.

Una presencia que se renueva

Hoy, cientos de comunidades scalabrinianas siguen la espiritualidad del éxodo y la mística de la movilidad. La vocación femenina que nació en Piacenza hace 130 años ha atravesado el tiempo y las fronteras sin perder su esencia: reconocer en el emigrante la llamada a transformar el mundo.

CSEM - Centro Scalabriniano de Estudios sobre Migraciones se une a esta celebración con gratitud y esperanza, reafirmando su compromiso de estudio, reflexión y acción junto a todas las Hermanas Scalabrinianas, cuya misión sigue viva allí donde hay un ser humano en camino.

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